En un instante nacemos, en otro morimos. Resulta curioso que esos espacios breves de tiempo, fugitivos, frágiles y efímeros nos condicionen tanto la existencia que se conviertan en el título necesario de los capítulos de las historias que vivimos. Cuentos, leyendas, fábulas, intrigas, mentiras, traiciones, incomprensiones, odios, amores, enredos, sentimientos al fin, son los que modifican el rumbo del camino que sucede entre ellos, la Vida.
viernes, 18 de marzo de 2011
Con la mirada fija en el cielo
No hay que enamorarse nunca de una criatura salvaje. Esa fue siempre mi equivocación: me llevaba a casa seres salvajes. Águilas con el ala rota. Otra vez me llevé un lince rojo con una pata fracturada y la última fue una pantera -negra como el ébano- que había sido maltratada en un circo.
Pero no hay que entregarles el corazón a los seres salvajes: cuanto más se lo entregas, más fuertes se hacen. Hasta que se sienten lo suficientemente fuertes como para huir al bosque. O subirse volando al pico de una montaña. Y luego a otro pico más alto. Y luego al cielo. Así he acabado yo: con la mirada fija en el cielo.
Adaptación de uno de los diálogos que aparecen en la novela "Desayuno en Tiffany's" de Truman Capote
Suscribirse a:
Entradas (Atom)