miércoles, 25 de mayo de 2011

Amantes (I)


Anna y Luis se conocieron hace más de dos años. Ella tenía entonces 20 años y estaba acabando sus estudios de danza. Luis, con 27 años,  era un bailarín  a punto de consagrarse cuando coincidieron en la ciudad de Anna en una gira que hacía la compañía donde trabajaba Luis. 

 Aquella tarde como todas las veces que se encontraban, habían hecho el amor y ahora todo era silencio en la habitación. Anna tenía la mirada perdida en algún punto del techo mientras Luis dormitaba a su lado.

-       Eres un cabrón-  dijo una inexpresiva Anna sin apartar los ojos del techo.
-       Si… si –respondió un adormilado Luis- mmmmm…. ¿No te ha gustado?
-   Eres un cabrón- repitió Anna girando la cara hacia Luis- Un auténtico    cabronazo.

Esa segunda afirmación hizo que Luis se incorporara un poco como si eso le ayudase a entender lo que Anna le había dicho. Pero lo que vio es que los ojos de su amante estaban inundados de lágrimas que pugnaban por saltar al vacío.

-       ¿Pero qué te ocurre? ¿Por qué me dices eso? – preguntó un atribulado Luis.
-      ¿Que qué me ocurre? ¿Por qué eres un cabrón? –remarcó con furia la última sílaba- ¿No lo sabes? ¿En serio que no lo sabes? Además de cabrón me tomas por idiota.
-       No, no. Dime qué te pasa Anna. ¡¡Por favor!!
-    Pues fíjate que a lo mejor tienes razón y si que soy idiota.  Llevamos más de dos años acostándonos y hasta ayer no me había enterado que tenías novia –Lo soltó así, como sino tuviese importancia y aunque estaba  de espaldas a Luis pudo notar cómo le palidecía el semblante- ¿Qué, a ella también le dices que es el amor de tu vida mientras te la estás follando? A no, con ella no “follas”, eso lo haces conmigo, con ella “haces el amor”...
-       ¡Anna, por favor no sigas…! –cortó Luis sin mucho convencimiento de que le escuchase- A ti te quiero…
-    ¿Ah, si? ¿Cuánto y cuando? ¿Más o menos que a ella? ¿Cuándo te la tiras también me quieres más a mí o es cuando estás conmigo que me quieres más? –ahora su mirada era directa  a la de Luis que bajó la cabeza- ¡Menudo lío debes tener con tanto “amor” que repartes!
-   No seas injusta, sabes que te quiero. No podría estar contigo si no sintiese nada por ti, si sólo fueses un desahogo –Luis miraba ahora a su amante que volvió la mirada a su punto de referencia en la habitación- Ella es diferente a ti, representa la estabilidad,  la seguridad, el equilibrio, el hogar…
-   ¡Eso! ¡El reposo del guerrero! – cortó Anna- ¡¿Y yo qué soy?!
-   Tu eres la pasión, la aventura, la ilusión… el contrapunto que necesito en mi vida. Sin ti me faltaría la imaginación, ese impulso que necesito para saber que cada día puede ser diferente y mejor que el anterior.
-   Eres un cabrón Luis. Y un egoísta, solo has pensado en ti, en tener tu propio mundo sin contar con nadie y menos conmigo ¡Tengo 22 años! –la voz de Anna era ahora de indignación- ¿No crees que tengo derecho a mi propia estabilidad, mi seguridad… mi hogar?
-     Perdona… -la voz de Luis era un hilo que apenas se podía escuchar.
-  ¡Qué remedio perdonarte si te amo… en exclusiva!- dijo Anna levantándose de la cama y empezando a vestirse- Pero ese amor, no correspondido o al menos no como yo quiero, no me impide abandonarte ahora y para siempre…
-   ¡Anna yo te quiero!
-   ¡Cállate de una puta vez! ¡No digas ni una sola palabra más!–gritó Anna.

Se hizo un denso silencio en la habitación. Anna terminó de vestirse, recogió sus cosas y abrió la puerta de la habitación. Se paró en el quicio y sin volver la mirada para que Luis no viese sus ojos llenos de lágrimas, le dijo:

-        Adios Luis. No me busques, por favor… Yo si te quiero…