jueves, 30 de diciembre de 2010

Diálogos imposibles (1.1)



-         ¿Crees qué once años de relación con una persona se pueden considerar una aventura?
-         Yo diría que eso es una relación muy sólida ¿por qué me lo preguntas?
-         ¿Y nosotros que llevamos casi dos qué tipo de vínculo tenemos?
-         Yo a ti te quiero, ya lo sabes.
-         ¿Y a tu marido?
-         También le quiero, pero de una manera diferente.
-         ¿Cuál es la diferencia?
-         Él es el compromiso, mis hijos, la familia. Tú eres la pasión, la aventura diaria, el amor en mayúsculas… ¿pero por qué me preguntas eso?
-         Porque quiero saber cuantos tipos de unión tienes.
-         ¿Cómo?
-         Si, tienes tres tipos de unión o relaciones. La de tu marido, que es la del compromiso, lo cotidiano. La mía, la pasión de la aventura… y la de tu amante que es la relación sólida.
-         ¡¿Pero qué dices?! ¡No tengo ningún amante! ¡Sólo te quiero a ti! Te lo he dicho montones de veces.
-         Y yo a ti. En la misma medida que tu a mi, amor.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Los cinco minutos de la verdad


 No me gustan las Fiestas de Navidad como no sea por lo que suponen de descanso laboral. Así que este año el no-gusto es por partida doble ya que no aprovecho ni un solo día, además del habitual sobre-exceso de calorías e hipocresía. En consecuencia, sino es por un ejercicio de fingimiento, no felicito las Fiestas y aborrezco que me las feliciten. A quién quiero y aprecio me felicito y lo felicito por el hecho de tenernos como tales. En cualquier momento y lugar. Sin esperar a estas fechas y bajo el pino navideño para hacerlo. Es lo que deseo y me satisface. La conclusión es muy sencilla si no os ha llegado una felicitación mía.
 
Cinco minutos me ha costado escribir el anterior párrafo (espero ir mejorando la marca) Cinco minutos de sinceridad. En justa reciprocidad me gustaría tener los vuestros. Me encantaría que en esos cinco minutos volcaseis esa verdad inconfesada, ese lastre mental que sin duda nos separa. Me alegraría saber que liberáis el qué, el por qué y el cuándo sin pensar que eso que os aguijonea por dentro será lo que acabe con nosotros. Nunca será así porque esos cinco minutos tienen bula y están libres de estrategias.

domingo, 19 de diciembre de 2010

La chica que me gusta (Epílogo)


“Manolo,

No te puedes ni llegar a imaginar la alegría que he tenido al recibir tu carta. Te estaba buscando. Bien, en realidad a quien estaba buscando era a la maniquí. Pero no importa porque, al igual que tu, yo también he experimentado una transmutación en estos meses. Te explico.

Cuando desapareciste (tu no, la maniquí) tuve un desengaño enorme, pero en vez de sumirme en la desesperación, me refugié en el trabajo. Como te expliqué (a ti no, a la maniquí) soy funcionario de Hacienda, concretamente soy inspector. Si ya sabes, esos que se dedican a buscar a los que no pagan sus impuestos y esas cosillas. Así que me dediqué en cuerpo y alma a ello. No veas lo que he disfrutado. El placer que he sentido y siento cuando levanto un acta de inspección (que es como empalmarte), solo es comparable al orgasmo que tuve la primera noche que pasé contigo (con la maniquí, obviamente) He descubierto que dar por culo al contribuyente es lo que me produce mas gozo. Además como voy sobrado con los objetivos, gano una pasta y me pago todo el sexo que quiero.

Por tanto he de decirte que si, que podemos iniciar una relación aunque, entenderás, que debes adoptar la posición de “receptor” y yo la de “emisor”. Dicho de otra manera, tú harás de hembra y yo de varón. Ya veras como nos vamos a divertir en cuanto te requiera para que pagues el IVA de esos maniquís que vendes ‘para completar tu pensión’. Nos vamos a desternillar cuando la Seguridad Social te suspenda el pago de la pensión cuando sepa que estabas trabajando. Hasta podríamos hacer un trío con la propietaria de la tienda donde te encontré (¡a la maniquí!) y a la que le vendías clandestinamente maniquís ¿Me llamo ‘guarro’ verdad? Si es que vamos a disfrutar de lo lindo.

Un abrazo,



Ernesto


P.S. Te adjunto a la presente citación a la inspección para el próximo 24 de diciembre por la mañana, así te felicitaré personalmente las Fiestas.”

viernes, 17 de diciembre de 2010

Necesito mimos



Los jueves como much@s de vosotr@s sabéis, es mi día de la semana negro. En él se cumplen mis peores presagios, con alguna que otra excepción. Siguiendo la costumbre ayer, jueves, se me concretó un 'trancazo' en forma de resfriado, mi madre se fracturó el troquiter al caerse y tropezar con un saliente de la acera no señalizado y el alcalde de Barcelona me felicitó las fiestas (lo que él aún no sabe es que yo también se las "felicitaré" vía demanda judicial al Consistorio) Así que acumulo mala leche y se me hace urgente una sesión de amansamiento -que puede venir a través de un "enjabonamiento" masivo o cualquier otro instrumento que endulce- que vuelva a poner mi humor donde estaba. Tenéis veinticuatro horas para ello o me voy a buscar a Manolo.

jueves, 16 de diciembre de 2010

La sonrisa infinita



 
Se encontró con Ella por casualidad. O tal vez fue Ella la que lo encontró. En realidad no importa cómo fue, sino que ocurrió. Él llevaba mucho tiempo, tanto que ni recordaba, falto de la pasión que empuja los sueños al mundo real; pero sólo necesitó un instante para entender que había encontrado la sonrisa infinita.

Una sonrisa capaz de hacerle navegar por los arrabales de la tristeza sin miedo a zozobrar.

Una sonrisa que lo transportó a los confines del Universo haciéndole sentir su dueño.

Una sonrisa capaz de iluminar tinieblas de desesperación, colorear el gris de los días de lluvia, calentar el hielo de la indiferencia hasta evaporarla.

Él miraba la sonrisa embelesado, cautivado, fascinado. Era tal el influjo que ejercía aquella sonrisa que pasaba las horas, los días, las semanas sin apartar los ojos de Ella. Se había convertido en un mar que arrumbar, en una cordillera que escalar, en  un cielo donde volar,  Era un mundo por explorar.

Pasó el tiempo y la sonrisa infinita continuaba inmune a su efecto, indestructible, eterna, inmortal.

Llegó un día en que Él entristeció, se sintió pequeño y las lágrimas anegaron sus ojos haciéndolos naufragar en una vasta oscuridad. Desde que la encontró, no había tenido esa sensación de desamparo, de soledad. Era el día en que Ella se fue. O tal vez fue Él quien marchó. En realidad no importa porque la sonrisa es infinita y Él un simple mortal.  

domingo, 12 de diciembre de 2010

La chica que me gusta (... y cuatro meses después)


 (Se oye a Queen en Friends will be friends "Los amigos serán amigos")

 “Hola Ernesto, me llamo Manolo. A lo mejor te preguntarás quién es Manolo y de qué te conozco, pero si te digo que hace algo más de cuatro meses pasamos cinco días juntos tal vez caigas en la cuenta. Si, fue conmigo con quién pasaste esos cinco días. Bueno yo estaba dentro de la maniquí -y digo “la” porque era “ella”- pero tu ni te diste cuenta. No me extraña, con tus problemas de vista. La policía me explicó cómo llegué dentro de la maniquí. Parece ser que un grupo de albanokosovares me atracó cuando entraba en casa de mi casa y recibí un golpe en la cabeza. Como creyeron que había muerto se quisieron deshacer del (presunto) cadáver y me metieron en lo primero que pillaron. Una maniquí de las que fabrico para las tiendas del barrio. Son chapucillas que hago para completar la paga de jubilación que me ha quedado. Ya sabes que los que hemos sido autónomos no nos queda mucha pensión, pero con las maniquís que vendo ya me da para llegar a fin de mes. En fin, que como no encontraron nada de valor en casa quisieron sacarse unos eurillos vendiéndome a la tienda donde me encontraste. Fue una suerte y, a la vez, una revelación para mí. Te explico porqué.

Los días que estuviste a mi lado, nunca me habían tratado tan bien. Ni cuando vivía mi difunta Eufemia (que en gloria esté) Una delicadeza al llevarme a la cama, arroparme y hasta tu tono de voz explicándome tus andanzas en el Ministerio de Hacienda. Hubo, eso si, un momento en que pasé un poco de apuro y fue cuando te pusiste encima mío para hacerme el amor (bueno, a mi no, a la maniquí) Pensé que me asfixiabas y yo, con la conmoción que llevaba y que me taparon la boca, no pude decirte nada. Gracias a Dios que te corriste pronto y dormiste como un bebé toda la noche. La segunda vez ya fue distinto. Me cansé un poco del vaivén de las posiciones que ensayaste, pero no tuve el agobio de la noche anterior. Hasta puedo decirte que me gustó … y esas cosas que dijiste -que no había oído en mi vida- también me gustaron.

El resto de la historia ya la conoces. Me llevaste de vuelta a la tienda y la encargada con la prisa de ponerme en el escaparate, tropezó y se le cayó la maniquí partiéndose por la mitad ¡Imagínate la sorpresa que se llevó al encontrarme allí! A la pobre le dio un desmayo y a mi un golpe en la cabeza que agravó el que ya tenía. Así que he estado estos cuatro meses en el hospital con conmoción cerebral, lo que no me ha impedido recordarte y darme cuenta de lo mucho que te he encontrado a faltar ¡Ya ves, a mis años, un macho como yo -o eso era hasta conocerte- echándote de menos! Pero me he dicho que si algo quería, debía ir a por ello. Así que me he decidido a hacerlo y salir del armario (en mi caso de la maniquí) para preguntarte si a ti te ha pasado lo mismo. Creo, no, sé que estoy enamorado de ti y me gustaría intentarlo. Me gustas mucho y espero que la diferencia de edad no sea un problema.

¿Te gusta la música? Estas semanas no he parado de escuchar a “Queen” ¿y sabes por qué? Porque Freddy Mercury me recuerda un montón a ti.

Te adoro Ernesto. No tardes en venir a buscarme. En la tienda te darán mis referencias aunque la propietaria está algo mosqueada contigo porque dice que le dejaste la maniquí algo "guarra", ya sabes. Con todo mi amor,

Tu Manolo”

sábado, 11 de diciembre de 2010

La chica que me gusta (...cuarenta y ocho horas después)


                                              (Se oye a Mecano: Me cuesta tanto olvidarte)

No hay derecho a que me haya tratado así. Ha dejado que me enamorase perdidamente para luego desaparecer sin decir nada ¡No creo haberla tratado tan mal para que me hiciese esto, dejando mi amor en la estacada! ¡No lo entiendo, la verdad. Con lo bien que nos lo estábamos pasando! De acuerdo que era un poco callada pero, como mínimo podría haberme explicado qué no le gustó de mí. Lo peor es que no sé dónde encontrarla. Y no tengo su móvil. Por saber no sé ni su nombre ¡Eso me pasa por hablar tanto! ¡Por demostrar que me importaba! Igual cree que voy a ir cada día a la tienda de su amiga ¡Ni hablar, demasiados recuerdos! Además ha sido ella la que ha desaparecido por lo que si quiere algo ¡ ya sabe dónde encontrarme ! Y si por si acaso no quiere nada, voy a lamerme las heridas ahora mismo, para ver si cicatrizan rápido. Los quince días que tardé la última vez se me hicieron eternos. Voy a cambiarme ahora mismo de óptica.



viernes, 10 de diciembre de 2010

La chica que me gusta (día cinco)



Me han llamado de la óptica para que fuese a recoger las gafas. Le he dicho a mi chica que me acompañase y no ha rechistado. Después de una semana sin salir de casa, seguro que estaba ansiosa por dar una vuelta. Y eso que se encontraba mal porque la he tenido que ir sujetando por el camino ¡La pobre no ha dicho ni media! ¡Seguro que para que no me enfadase! Cuando hemos llegado a la altura de la tienda donde nos conocimos, ha salido a saludarla la encargada y la ha hecho pasar dentro. A mí me ha mirado con cara de enfado. Evidentemente pensaría en lo desalmado que había sido en sacar a pasear a su amiga en aquellas condiciones. Por eso he dejado que entrase con ella en la tienda. Mientras tanto me he ido a buscar las gafas a la óptica ¡Qué diferencia!¡Ahora lo veo todo mucho mejor! He vuelto contentísimo a la tienda a buscarla, pero no la he encontrado. Había desaparecido. No me he atrevido a preguntar a la encargada porque me seguía mirando con cara de pocos amigos. Me he puesto muy triste y me he dado cuenta de lo enamorado que estaba de ella ¡Hasta los maniquíes de la tienda me la recordaban!

jueves, 9 de diciembre de 2010

La chica que me gusta (día cuatro)



Lo hemos intentado de nuevo y ha sido como el día anterior. Con una diferencia: he apagado la luz para aliviar las posibles tensiones del día anterior. La he desnudado –por cierto, una cosa buena que no os conté, no tiene un solo pelo en el cuerpo- y ella se dejaba hacer. La he tomado en brazos y tendido suavemente sobre la cama. En esa misma posición se ha quedado durante todo el rato a pesar de que mis manos –inexpertas, eso sí pero llenas de teoría del “Kamasutra”- buscaban los puntos de encendido de su cuerpo. No ha pestañeado ni reaccionado a mi orgasmo. Me empieza a preocupar ese silencio suyo, más que nada porque mis andanzas como funcionario no dan para más. Me he dado cuenta que en estos cuatro días no he parado de hablar de mí y no sé nada de la vida de ella ¡Qué egoísta soy! ¡La habré abrumado con mi verborrea!

miércoles, 8 de diciembre de 2010

La chica que me gusta (día tres)


Hoy hemos hecho el amor. Bueno, la verdad es que lo he hecho yo solito porque ella casi ni se ha movido. Estaba algo rígida durante todo el acto y no la he oído llegar al orgasmo. La verdad es que a mí me hubiese gustado oírla gemir, jadear, suspirar y pedir todas esas cosas que tanto me excitan. Deben ser los nervios de la primera vez, de toda la pasión acumulada en estos tres días que llevamos conociéndonos. Lo que si no ha perdido es su sonrisa, señal de que se lo estaba pasando bien conmigo. Esperemos que a medida que coja confianza se suelte un poco más. A pesar de todo, a mi me ha gustado hacerlo.

martes, 7 de diciembre de 2010

La chica que me gusta (día dos)






¡Es fantástica! ¡He tenido una suerte fenomenal! ¡Por fin alguien que no se mueve de mi lado y que escucha atentamente todo lo que digo sin pestañear! En dos días que llevamos juntos le he contado mi vida de funcionario y no ha dejado de sonreirme. También le he explicado -y eso no se lo había confesado a nadie- la escasa experiencia que tengo con las mujeres a pesar de que paso de la cincuentena. No le ha dado importancia, ni una sola palabra de reproche. Ha continuado con su sonrisa y la mirada clavada en la mía. Sin duda es la mujer que he estado buscando siempre.

lunes, 6 de diciembre de 2010

La chica que me gusta (día uno)



Ha sido un auténtico flash. Un flechazo instantáneo. Andaba camino de la óptica cuando me la he encontrado tras los cristales de aquella tienda. Es alta y estilizada. Morena de cabellos largos y unos infinitos ojos negros que me cautivaron al instante. Sonreía. Sonreí. Entré en el comercio sin dudarlo venciendo la partida a la timidez. Bastaron dos palabras para que aceptase venir conmigo. Ahora la tengo en casa, junto a mí. ¡Por fin encontré a la mujer de mis sueños!

jueves, 2 de diciembre de 2010

El fulgor de un recuerdo



Era tal el resplandor que despedía aquella luz que deslumbró sus ojos y penetró hasta lo más profundo de sus entrañas iluminando las tinieblas en que se encontraban sumidas.

Huía del esplendor efímero por eso siempre cubría sus ojos de indiferencia. Una indolencia que le permitía sobrevivir en su abismo y no ahogarse en la superficie cuando alguna vez asomaba por allí. Pero el magnetismo que le provocaba el fulgor amenazó su condenada estabilidad arrastrándolo hasta su epicentro irremediablemente. Sin duda hubiese sido su final. Un final fundido en el calor de un magma de sentimientos. No le importaba pero antes tenía que conocer.

Sabía que era lo que había intuido. Una mirada. Una mirada que arrebató su conciencia de cuajo. Una sonrisa. Si, una sonrisa que interrumpió su caminar en la oscuridad. Era Ella, poseedora de una despiadada ternura quién al acercarse le decía, "Dime que soy tuya"

- Eres mía. Eres tu.
- Pídeme entonces lo que quieras.
- Quiero tu alma.

Ella solo quiso darle su cuerpo, lo mismo que quería de ÉL.


El cuerpo humano no es más que apariencia y esconde nuestra realidad. La realidad es el alma (Victor Hugo)

martes, 30 de noviembre de 2010

Semana de sensaciones




Jueves: mañana de excitaciones, tarde de pasiones, noche de contenciones.

Viernes: madrugada de emociones, mañana de alucinaciones, tarde de contestaciones, noche de decepciones.

Sábado: mañana de reflexiones, tarde de objeciones, noche de indicaciones.

Domingo: mañana de elecciones, tarde de votaciones, noche de discusiones.

Lunes: madrugada de afirmaciones, mañana de declaraciones, tarde de demostraciones, noche de erecciones.

Martes: mañana de contradicciones, tarde de ensoñaciones, noche de revelaciones.

Miércoles: madrugada de negaciones, mañana de impugnaciones, tarde de negociaciones, noche de interrogaciones.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Traiciones y lealtades




La historia se escribe a base de traiciones, de deslealtades, de engaños. Los y las optimistas dirían que, frente a estas, existen los apoyos, las lealtades, la sinceridad. Es cierto, de eso también se nutre la historia. Unas y otras se enfrentan y llega un momento en que debes tomar partido por una u otra opción. No existe la neutralidad en eso: o participas de la traición o eres leal. O engañas o te enfrentas a la verdad. Quedarte entre ambas significa que puedes ser objeto de manipulación por una u otra. Y eso es estar en  ningún sitio, no ser nada.

martes, 9 de noviembre de 2010

Amantes lejanos




Ambos están casados y son amantes desde hace poco menos de dos años. Aunque viven en ciudades distintas y tienen hijos se las arreglan para estar juntos cuando la clandestinidad se lo permite. En esos momentos disfrutan de la ventaja que supone el amor sin compromiso, la pasión sin límites, el estar juntos sin obligaciones. Es decir, los amantes disfrutan de un noviazgo sin fin. A los dos les gustaría bautizar su relación de alguna manera que no fuese con la palabra “amantes”, la encuentran demasiado vulgar y que no acaba de definir lo que son el uno para el otro.

En esas estaban cuando por una de aquellas casualidades de la vida, Él se enteró que Ella tenía otro amante. Después de unos momentos de incredulidad pasó a la fase de no comprender aquella situación tan rocambolesca. Era comprensible que ocultase a su marido que tenía un amante pero a éste ocultarle la existencia de otro como él, carecía de sentido. Por algo su relación estaba basada en la falta de compromiso y en darle a su enlace la sinceridad pasional que le faltaba en su matrimonio. Si había encontrado a otro, con decírselo había más que suficiente y nadie se reprocharía nada, pero mantener varias relaciones extraconyugales al mismo tiempo carecía de coherencia.

Enterarse de esa situación –negada por Ella cuando Él le ofreció la oportunidad de contárselo- facilitó encontrar la definición que buscaban para su relación. Bueno, en realidad la propuso Él al no saber en qué lugar de las preferencias de Ella se encontraba. Le dijo que tenían una especie de parentesco, pero un parentesco sobrevenido por el tálamo y el orgasmo. Así que, concluyó Él, no podemos alejarnos de la vulgaridad porque  en realidad somos unos amantes lejanos.