Hacía mucho tiempo que caminaba en círculo. Tanto tiempo llevaba haciéndolo que siempre dibujaba una circunferencia perfecta e igual a la anterior.
Siempre el mismo radio.
Siempre el mismo diámetro.
Siempre el mismo círculo.
Casi sin darse cuenta imprimió mayor velocidad a su carrera hasta que llegó un momento en que su anverso tocó a su reverso y éste a aquél.
Llegaron a confundirse de tal manera que tropezaron y cayeron formando un nudo del que tampoco estaba muy seguro de poder salir.