martes, 24 de agosto de 2010

No con mis impuestos



Andamos todos muy satisfechos y satisfechas por la liberación, sanos y salvos, de los cooperantes “españocatalanes” Roque Pascual y Albert Villalta. Los ciudadanos liberados pertenecen a la organización no gubernamental (ONG) “Acció Solidària” y se encontraban en una misión de la citada ONG cuando fueron secuestrados por “Al Qaeda” en Mauritania el lejano 29 de noviembre de 2009. Acaba así felizmente un cautiverio de doscientos sesenta y ocho días que ha mantenido en vilo a sus familiares, amigos y, supongo, miembros de “Acció Solidaria”. Es de destacar la preocupación mostrada por las altas instancias del Estado, de la Autonomía y del Ayuntamiento no escatimando medios para procurar la libertad de los cooperantes y mantenernos informad@s de la evolución del secuestro durante todos estos meses. A todos mis felicitaciones.

Dicho o, mejor, escrito lo anterior conviene aclarar una serie de aspectos sobre los que me ha hecho reflexionar el párroco de la iglesia de mi barrio. Si, si, el párroco y no porque me haya entrado un fervor religioso por la milagrosa liberación, ni que me haya acercado remotamente al lugar de culto o que me haya convertido en practicante. No es nada de eso pero he observado su actitud en estos tiempos de crisis. Andaba el hombre pidiendo a sus feligreses que aportasen la comida que buenamente pudiesen a la iglesia. Quería alimentos básicos como pan, leche y fruta. Resulta que el abastecimiento que normalmente le hacían los comercios de alimentación de la zona de sus productos desechables se le había quedado corto para los cuatrocientos desayunos que diariamente repartía en su iglesia a los indigentes. ¡Cuatrocientas personas que pasan por la parroquia a desayunar porque no tienen con qué hacerlo! Me pregunto si no será esa la única comida en ciertas condiciones que hacen al día. Escalofriante lo que están pasando nuestros vecinos.

Pero no era del párroco de quién quería escribir. Dejémoslo con sus tribulaciones que poco “venden” e interesan y vayámonos a la cuestión que se anuncia en el título. La cuestión es el saber qué es una “oenegé”, una organización no gubernamental. Da la impresión que son algo parecido a las “hermanitas y hermanitos de la caridad”, integradas por personas con un alto sentido del altruismo y generosidad hacia sus semejantes. Esa creencia ha hecho popular frases como “antes que dárselo se lo dejo todo a una ‘oenegé´” cuando uno está enfadad@ con sus hereder@s, como si donarlo a esas organizaciones fuese un acto de beneficencia. Nada más lejos de la realidad. Una organización no gubernamental son empresas, subrayo empresas (la única diferencia con una empresa de carácter mercantil es que la ONG no reparte beneficios entre sus socios es decir, carece de ánimo de lucro), que tienen diferentes fines, eso sí, humanitarios y sociales. Hay “oenegés” tan variopintas en España como la “Asociación Karibú”, la “Asociación de Usuarios de Internet”, la “Fundación Gomaespuma”, la de “Por un pasito más” y la de las diferentes profesiones de arquitectos, ingenieros y médicos sin fronteras. Las fuentes de financiación de las mismas son además de las aportaciones del Estado es decir, de nuestros impuestos, la de los particulares y las provenientes de los honorarios por los servicios que prestan a sus semejantes (¿o pensábais que eran gratis?) Tod@s los que trabajan en ellas perciben un salario -en metálico o especies- por el mismo, como no podría ser de otra manera. Los cooperantes secuestrados y ahora liberados no son una excepción a esa regla. Cabe recordar aquí que ambos son empresarios y que dedicaban su tiempo libre a la “oenegé”.

Se habla que el rescate pagado por la liberación de los cooperantes puede ascender a una cifra cercana a los diez millones de euros (cantidad no desmentida por el gobierno) A todo ello hay que añadir los gastos ocasionados para poner en marcha la maquinaria del estado para el seguimiento y desenlace del secuestro. Además no hay que olvidar que se ha liberado a algún integrante de “Al Qaeda” que volverá a matar, secuestrar y lo que haga falta por seguir con su negocio. Para remate de toda esta onerosísima operación parece ser que se quiere nombrar a los “secuestradosydespuésliberados” víctimas del terrorismo consideración ésta que lleva aparejada una indemnización por parte del Estado es decir, pagado nuevamente con los impuestos de todos. El anuncio de su liberación fue hecho por el que preside (accidentalmente) el gobierno de este País, José L. Rodríguez Z. y, como estamos en vísperas electorales y tod@s quieren salir en la foto, los cooperantes han sido recibidos como héroes por el máximo representante de Catalunya, José Montilla y por el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu. Se habla de darles asistencia psicológica por el largo secuestro lo que, seguramente, no les impedirá escribir un libro contando sus experiencias –cuyos beneficios irán  probablemente a la “oenegé” a la que pertenecen-, salir en programas de televisión explicando el horror que han pasado y, a lo mejor, tomar partido por alguna opción política. El devenir de los acontecimientos no me hace descartar el que alguna calle o avenida de Barcelona lleve su nombre. Con tanto coste añadido tal vez el párroco de mi barrio deberá reducir a trescientos noventa los desayunos que da en vez de los cuatrocientos de media de ahora.

Particularmente me gustaría que la “oenegé” a la que pertenecen los liberados, "Acció Solidària", fuesen tratados como cualquier empresa a la que le han secuestrado a su director, a su máximo accionista o a su propietario. Ejemplos en España con los terroristas de E.T.A., desgraciadamente, los hay numerosos. Que paguen ellos el rescate, amén de los gastos que nos ha supuesto a todos la imprudencia de la caravana de “Acció Solidària”, de la misma manera que los montañeros y excursionistas imprudentes deben pagar su rescate.

Y un último consejo que les doy –gratuito que a mí también me gusta ser altruista- la próxima vez que quieran hacer “turismo de aventura” o “ser solidarios con sus semejantes” como lo llaman ellos, dirijan su caravana a cualquier barrio barcelonés a repartir desayunos. No serán héroes pero, a buen seguro, eso les convertirá en humanos.