miércoles, 13 de octubre de 2010

Envidia




Lo diré sin tapujos. Siento envidia del conserje de mi empresa. Es algo que día a día me consume. Verlo allí, sentado, con la mirada perdida en un punto del techo y con cara de felicidad, es algo que no soporto. ¡ Y no digamos cuando abre la boca beatíficamente con ese rictus de satisfacción que a mi solo se me ha permitido tener de recién nacido después de una buena mamada (sic, en el original derivado de mama)!. En ese momento le mordería con saña los mofletes. De pura envidia.

El conserje que custodia (por asignarle alguna tarea) la entrada de mi empresa es un hombre dos años mayor que yo, pero estoy convencido que vivirá cien años mas de los que yo lo haré. ¡¡ Qué envidia le tengo !!. Nadie es consciente del pecado capital que me provoca. Y es que trato de disimularlo rehuyéndole la mirada. Estoy convencido que notaría como aprieto las mandíbulas de pura rabia envidiosa. Tampoco le pido nada. Sería inútil porque, el afortunado, nunca ha querido saber nada de lo que iba la empresa en sus veinticinco años de permanencia. Eso le permite mantener vigoroso el corazón.

Si, veinticinco años. En la empresa existe la costumbre de celebrar esas efemérides o, según se mire, milagros y regalarle alguna cosilla al empleado que consiga esa antigüedad. El conserje no fue una excepción y, entre todos, le regalamos un aparato reproductor de DVD, porque pensamos que, en vez de mirar al "celestial" techo de la empresa, podía ver en el DVD alguna película o documental sobre fauna y flora que regalan en el "National Geographic". En cinco meses aún no ha estrenado el DVD porque, según dice, "no ha tenido tiempo de leerse las instrucciones". ¡¡¡ Pero qué envidia me da !!! ¡¡¡ Yo que aún no tengo DVD y que me faltan casi quince años para tener la antigüedad que se requiere para acreditar regalo !!! ¡¡ Es que le estamparía el aparato (DVD) en la cabeza !!.

Y es que, además, es el único de la Empresa al que saludan todos. "Buenos días, Valerio" y los subsiguientes "¿Cómo está?" "¿La familia bien?". Necesariamente has de hacerle esas preguntas de rigor y, sobre todo, acompañarlas con una sonrisa, no vaya a ser que te acusen de hacerle "mobbing" y, entonces, vayas a tener un problema mayor. Y él, que no es un virtuoso de la palabra, puede permitirse el lujo de contestar con sonidos que más se asemejan a un gruñido que a una palabra articulada... ¡¡ Si es que no puedo con la envidia que le tengo !! ¡¡ Poder gruñirle al director de la Empresa !! ¡¡ Le arrancaría los ojos !!. Bueno, no. Los ojos no porque, entonces, igual al no tener ese punto indefinido del techo que mirar, le da por ponerse a trabajar de lo mío y me despiden. Y no estoy yo como para jugar con el pan de mis hijas por la puñetera envidia.