sábado, 4 de septiembre de 2010

Línea recta



Caminaba por aquella línea recta sin salirse un ápice de los límites. Su paso era firme, convencido de que –siguiendo la senda tal y como estaba marcada- muy pronto llegaría a su destino.



Anduvo y anduvo por aquél trazo -plano y salvo de obstáculos- que siempre acababa en el horizonte.

Ni siquiera cuando le empezó a vencer el desánimo después de muchos días de cruzar la lejanía,  se salió de la ruta marcada. 

Un día en que se encontraba al límite del desfallecimiento observó un pequeño promontorio en medio del paso. Tras él la línea recta parecía desaparecer. Preso de una mezcla de ansiedad y alegría se puso a correr por llegar hasta allí cuanto antes creyendo que había llegado al final de su largo viaje.

Traspasó la pequeña colina tan deprisa como pudo. Tras de ella un abismo que no pudo evitar. Se hundió en él.

Mientras caía, lejos de abatirse por el inminente final, sonreía sabiendo que había alcanzado su meta. Romper unas líneas que Él no había trazado.