lunes, 20 de junio de 2011

Bigamia, poligamia, infinita-gamia



Además de la poligamia por motivos religiosos, me encuentro por estos mares de internet y en confesiones a la luz del flexo, la del “porque me apetece y puedo”, que es tan válida como la otra pero mejor (según dicen).

Sin necesidad de mantener varias familias, varias casas o varias habitaciones (pues parece ser que muchas veces se comparte casa y él pasa una noche en una habitación, una noche en otra habitación y así sucesivamente…-las esposas están en función del número de habitaciones-), “la otra” (la otra poligamia) sólo requiere el juego del escondite, eso sí, intentando en la medida de lo posible que todos los participantes e integrantes del juego se tapen los ojos, tanto el que cuenta (no se muy bien lo que cuenta, si el número de conquistas, los días que tiene de descanso entre encuentro y encuentro, o el tiempo dedicado a cada uno de ellos.. ) como las que pensando ser las Reinas del Mambo ensayan los mejores bailes para cuando aparezca su Adonis.

Es regla fundamental el que las unas no sepan de las otras (o que los unos no sepan de los otros, pues el juego, admite cualquier variación).

Es regla fundamental, que el tiempo (más o menos) que se dedica a cada una de ellas sea el mismo (no a todas ellas por igual, sino que siempre, el tiempo dedicado a cada una de ellas sea el mismo, para que no haya sospechas).

Es regla fundamental, mantener los intervalos de visitas fijos.

Por supuesto, no confundir nombres, y ante todo eso, que todas se crean las Reinas del Mambo, lo cual, creo requiere una tesis doctoral antes de meterse en semejante embolado.

Pero la Vida, a veces, no deja marcar unas reglas tan precisas y llevarlas a buen término y el Tiempo, se encarga de hacer trastadas, variaciones e intentar cambios para evitar la monotonía (incluso en la variación se llega a la monotonía si estos encuentros se hacen continuos)

Y al final, llega el “vodevil”, ese teatro tan cómico, de entradas y salidas de la habitación, juegos de puertas que hacen reír al espectador y sudar a los actores, por la gran coordinación que requieren las entradas, salidas, diálogos, encuentros y desencuentros, y al que hoy día se añaden intercambios de sms, multimedias, mails y cualquier nueva tecnología que ayude al juego.

La postura más cómoda, la del espectador, sin duda alguna. Que desde fuera, se ríe, opina, aconseja, recomienda y soluciona.

La peor, sin duda, es la de aquel/aquella que sin saberlo, se ve metid@ en el juego.