viernes, 24 de diciembre de 2010

Los cinco minutos de la verdad


 No me gustan las Fiestas de Navidad como no sea por lo que suponen de descanso laboral. Así que este año el no-gusto es por partida doble ya que no aprovecho ni un solo día, además del habitual sobre-exceso de calorías e hipocresía. En consecuencia, sino es por un ejercicio de fingimiento, no felicito las Fiestas y aborrezco que me las feliciten. A quién quiero y aprecio me felicito y lo felicito por el hecho de tenernos como tales. En cualquier momento y lugar. Sin esperar a estas fechas y bajo el pino navideño para hacerlo. Es lo que deseo y me satisface. La conclusión es muy sencilla si no os ha llegado una felicitación mía.
 
Cinco minutos me ha costado escribir el anterior párrafo (espero ir mejorando la marca) Cinco minutos de sinceridad. En justa reciprocidad me gustaría tener los vuestros. Me encantaría que en esos cinco minutos volcaseis esa verdad inconfesada, ese lastre mental que sin duda nos separa. Me alegraría saber que liberáis el qué, el por qué y el cuándo sin pensar que eso que os aguijonea por dentro será lo que acabe con nosotros. Nunca será así porque esos cinco minutos tienen bula y están libres de estrategias.