domingo, 9 de enero de 2011

Diálogos imposibles (2.3)



-          Es un regalo tenerte por aquí.
-          ¡Tú sí que eres un regalo!
-          ¡Vaya! ¡Eso ha sonado algo sarcástico!
-          ¡Nooooooo! Lo que pasa es que te regalas mucho. Matizo, a muchas.
-          No es verdad.
-          Tranquilo que no pasa nada. Es cuestión de conocerte, situarse y aceptarlo… o no.
-          Y eso es lo que has estado haciendo estos meses.  Podrías habérmelo dicho…
-          ¿Y qué hubiese conseguido? ¿Más palabras bonitas que utilizas con todas? Lo siento pero me gusta sentirme especial y, sobre todo, única.
-          Lo eres…
-          ¡Que no sigas por ahí!
-          Eres injusta.
-          ¿Injusta? ¿Por qué? ¿por querer saber hasta dónde llegan tus palabras?
-          ¿Y hasta dónde llegan?
-          ¡¡A ti te lo voy a decir!!  Estoy aquí ¿no? ¡Pues no pidas más que no hay más!
-          Lo sé, lo sé. Lo acepto.
-          ¡Mentiroso! No te va el papel de víctima.
-          Ni a ti, que conste. Sabes perfectamente que no eres una más. Eres tú.
-          Ya me lo demostraste aquella noche.
-          ¿Otra ironía? ¿Tan mal fue?
-          En absoluto, fue divertido, incluso romántico… pero permíteme que me ahorre ciertos detallitos que ya no vienen al caso. Eso me hizo ver que tu no me ibas a dar lo que yo estaba dispuesta a darte… y te di.
-          No hubo tiempo. Necesitaba tiempo.
-          ¿Tiempo? ¿Qué tiempo? Ya sabes lo que dicen los latinos: “tempus fugit”
-          ¿Y tu vuelta?
-          Me gusta leerte, polemizar, jugar con las palabras y provocar, como a ti. Aprovechemos lo que tenemos en común.
-          Aprovechemos pues ¿cuándo nos vemos?
-          ¡Eres incorregible!