En un instante nacemos, en otro morimos. Resulta curioso que esos espacios breves de tiempo, fugitivos, frágiles y efímeros nos condicionen tanto la existencia que se conviertan en el título necesario de los capítulos de las historias que vivimos. Cuentos, leyendas, fábulas, intrigas, mentiras, traiciones, incomprensiones, odios, amores, enredos, sentimientos al fin, son los que modifican el rumbo del camino que sucede entre ellos, la Vida.
lunes, 14 de marzo de 2011
Demasiada velocidad
Mientras el tren chocaba contra la niebla a más de trescientos quilómetros por hora, se mensajeaban por uno de esos programas que se incluyen en los teléfonos móviles de ultima generación. Escribían sobre el Amor.
- ¿Sabes lo que significa Amor etimológicamente? –preguntaba El- “A” significa “sin” y “mor” es una contracción de la palabra “mortem” es decir, “muerte”.
- “Sin muerte” ¡qué bonito! –respondió Ella.
- Por eso hablar de Amor eterno no tiene sentido por su redundancia. La misma palabra lo lleva implícito…
- Y es tan maravilloso el Amor…
- El Amor no existe o, mejor dicho, somos incapaces de experimentarlo.
- ¿Pero qué dices? Yo siento Amor, sino ya me dirás qué son esas ganas de estar con alguien, ese deseo de unirte a Él, de escuchar su voz, de oler su piel, esa pasión que se siente cuando te acaricia…
- Eso es otra cosa, llámale si quieres ‘enamoramiento’, ‘tensión sexual’ o ‘atracción” pero no Amor. Eso es impropio de los mortales…
- Mira, tengo que dejarte ahora, luego seguimos con esta conversación.
- ¡Estupendo!
El tren, como siempre, llegó a su destino de tiempo y espacio marcado por los hombres. La conversación no, nunca llegará a su final porque, hablar del Amor, es eterno.
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